Gustavo Alvarez Gardeazábal
La renovación del gabinete Santos tiene de todo para comentar, pero no se puede esperar mucho de ella porque ha sido armada en el mismo tonito con que ha gobernado antes y después de haber sido reelegido.Salvo por la impactante selección del negro Luis Gilberto Murillo, adobado en los odres de Washington, sensato y muy preparado y que además rompe el criticado carácter racista que desde el comienzo tuvo el presidente, el gabinete aunque queda con aires provincianos simpáticos, puede tener dos lecturas peligrosas.
La primera, que se trata de un gabinete para ganar el plebiscito incorporando fichas electorales contadas en las urnas.Es innegable que los exalcaldes de Barranquilla, Manizales y Tunja, la excandidata presidencial Clara López y el mismo exgobernador Murillo, tienen manejo de maquinarias políticas en sus regiones.
La segunda, que es tanta la confianza que posee en la elección por la Corte Suprema de Néstor Humberto como Fiscal, que ya comenzó a rebajarle la cuota a Vargas Lleras para compensar y no desequilibrar la opción de su candidato inpectore, el ministro Cárdenas.
Pero si la Constitucional anula la ley que permitió el plebiscito y la Suprema devuelve la terna por haber sido seleccionada en un concurso de méritos no permitido, o elige a Reyes o a la Cifuentes, esta jugada de pokerista en mala racha no lo saca del hueco, sino que lo podría haber hundido más.
El gobierno,empero, debería cambiar de tonito si quiere superar la pésima imagen de que goza y que además quedó embadurnada con la pantomima de la terna de Fiscal y la reculada de La Macarena. Pero obviamente eso pensamos nosotros,que sufrimos el tonito, no el presidente Santos que lo ejerce.
PUBLICADA EN ADN ABRIL 27 2016
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