El orgullo y la responsabilidad de ser periodista

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El Ojo del Halkón

Por Rubén Darío Mejía Sánchez

BOGOTA, 6 de febrero_ RAM_ El 9 de febrero para la mayoría de los periodistas colombianos es el día del periodismo en nuestro país y es porque fue proclamado en conmemoración de la circulación del semanario Papel Periódico de Santa Fe de Bogotá que tuvo lugar por primera vez el 9 de febrero de 1791.

Fundado y escrito por Manuel del Socorro Rodríguez, conocido por ser el precursor del periodismo en Colombia, este periódico figura en la historia editorial como el primer semanario de circulación en Colombia, aunque en 1785 había circulado el periódico Gaceta de Santafé de Bogotá, que no contó con mucha acogida, por los pocos números que se sacaron del mismo.

Otros consideran que el verdadero día del periodista es el 4 de agosto, porque ese mismo día se emitió en Francia la primera publicación de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, el que fue hecho en idioma francés y traducido al castellano el 15 de Diciembre de 1793 por Antonio Nariño, a quien se llamó precursor de la independencia de Colombia.

Para los periodistas de nuestra época, la fecha es el 9 de febrero por lo sucedido con el Papel Periódico bajo la batuta del cubano Manuel del Socorro Rodríguez y porque después de una lucha de varios años se logró que el Estado Colombiano, entregara la Tarjeta Profesional de Periodismo, reconociendo la profesión como tal con todos sus deberes y derechos, pero que por el mal manejo de algunas directivas del Circulo de Periodistas de Bogotá y de otras agremiaciones, se perdieron esos derechos y esta importante tarjeta, la que no fue reglamentada en el momento de entregarla y la llevó a tener el gran profesional de la comunicación, como también el joven o la joven de servicios generales. Daba pena que en muchos eventos periodísticos se codearan grandes periodistas, grandes por su gran profesionalismo, con el mensajero y el conductor de x o y senador a quien también se le había dado y lucía la tarjeta profesional de periodismo, la que yo también porté por varios años bajo el No. 071 y que fue expedida por el Ministerio de Educación Nacional bajo la Ley 51 de 1975.

Más tarde, el Gobierno Nacional abolió esta Ley y esta Tarjeta y promulgaron que de ahí en adelante, el día del periodismo colombiano no sería el día 9 de febrero sino el 4 de agosto como homenaje a la declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano y el presidente Álvaro Uribe Vélez sancionó el 15 de Diciembre del 2004 la Ley 918 que reconoce la categoría profesional a quienes acrediten el ejercicio de su actividad como periodistas o comunicadores, y declaró el 4 de Agosto como el “Día del Periodista y Comunicador en conmemoración de la primera publicación de la Declaración de los Derechos del Hombre”.

Después de esta reseña histórica podemos decir y estar de acuerdo con muchas agremiaciones periodísticas nacionales e internacionales que uno de los países más peligrosos para ejercer esta profesión es y ha sido Colombia, por tener el conflicto armado más largo en la historia de la vida moderna pues muchos han sido los periodistas que han ofrendado sus vidas con el solo fin de decir la verdad y atacar la violencia en medio de un conflicto entre el Estado y los alzados en armas, apoyados por el narcotráfico y la delincuencia común organizada.

Hoy le rendimos homenaje a muchos de ellos y no vamos a dar nombres para no pecar de que ningún nombre se nos quede en el tintero, porque simplemente es tan importante el periodista que está en la sala de redacción como el que es corresponsal en el lugar más apartado de la nación, de eso que han tomado el apostolado de ayudar a los demás, de educar y de denunciar los atropellos tanto por parte del Estado como por parte de los que están al margen de la ley.

Ser periodista es una gran vocación que exige mucho sacrificio, que exige investigación que exige estar actualizado, que exige estar bien informado y sobre todo ser honesto en sus apreciaciones.

El periodismo colombiano como el mundial pasan en estos momentos por una gran crisis, una crisis moral y de responsabilidad y todo basado en el poder político y de la delincuencia, el que ha infiltrado los pensamientos y el corazón de algunos comunicadores que no han podido vivir dignamente con los bajos salarios que se pagan en el país y han caído en las redes de quienes si pagan por la información, dejando de un lado la ética y la moral.

Colombia es y ha sido un país de grandes periodistas, de grandes escritores, de grandes personas, de hombres y mujeres de bien que como decía anteriormente han expuesto su vida y su integridad personal por decir la verdad, pero muchas veces los monopolios económicos, la dirigencia política y los grupos al margen de la ley han podido más y es cuando vemos un periodismo sesgado, sin responsabilidad, en donde no nos interesa sino echarle más fuego a la guerra que vivimos y donde se ha perdido el valor de la verdad.

Están fallando mucho las academias y escuelas de periodismo, están sacando semi profesionales que solo esperan aparecer en la pantalla de televisión y buscar figuración, en más de una oportunidad tratando de ser más importantes que quienes son los que producen la noticia.

Muchos están muy mal informados, no leen, no investigan, no conocen los temas y en el momento de hacer los cuestionarios no pueden estar a la altura del entrevistado, porque solo les interesa lucir el traje de la última moda y de pisotear al que se le atraviese para figurar a costa de lo que se venga.

Hemos entrado en la época del amarillismo total, no interesan las noticias positivas y las que educan porque es más importante dar a conocer la actividad del delincuente convirtiendo esto en una batalla entre policías y ladrones, que podría llamarse la otra película en los medios de comunicación.

Muchas veces mis colegas que cubren deportes no dicen la verdad y da pena cuando se está al frente de la pantalla del televisor y uno ve un partido diferente al que están narrando quienes hacen las transmisiones de radio y televisión y eso se hace por falta de profesionalismo y por deseo de congraciarse con los directivos del deporte, que gracias a Dios en la mayoría de nuestro medio son buenos, aunque no faltan los corruptos y los negociadores del deporte.

Los periodistas nos dividimos muchas veces en clases sociales, en los ricos con poder, en la clase media que cree tener el poder y en los pobres o carga ladrillos que son los que tienen que soportar no solo largas jornadas de trabajo sino los maltratos por parte de sus directivos. Eso está malo, muy malo y está tan malo porque los periodistas no estamos unidos y creemos que cuando ocupamos altos cargos, como directores, editores, jefes de prensa de ministerios y sectores del Gobierno hemos tocado el cielo con la mano y nos olvidamos que todo pasa y que cuando ya no tengamos ese trabajo, no tendremos ni siquiera una mano amiga que un día nos ofrezca una condolencia o un simple tinto.

Hoy es el día para reflexionar, para hacer un autoexamen de que periodismo es el que estamos haciendo y de cambiar, comenzar a cumplir a cabalidad nuestra labor y ayudar, informando y no desinformando y siendo humildes, porque cuando se es más humilde se llega más lejos, mientras que la arrogancia que es lo que tienen en un porcentaje muy alto mis colegas periodistas, los lleva a que les odien y un día se alegren de sus desgracias.

Los periodistas del hoy no son los periodistas de ayer, cuando había camaradería, cuando había un dolor compartido o un triunfo celebrado por todos y precisamente hoy cuando hablo de orgullo y responsabilidad como periodista me hago la pregunta, que pasó, donde está ese gran periodismo colombiano, de las crónicas y de los reportajes, de los grandes informes y de aquellos periodistas que no dormían ni comían por estar al lado de manera responsable de la fuente.

Llegó una nota a nuestra redacción donde se quejaban de como la gran radio colombiana se acabó, el país de las grandes voces las echó al cesto de la basura y ahora cualquiera se hace al frente de un micrófono para decir bobadas y tocar temas que ni siquiera conoce; antes para hablar por un micrófono había que presentar un examen ante el Ministerio de Comunicaciones, un examen para demostrar capacidades intelectuales, dominio mínimo de los idiomas y respeto hacia quien estaba después del micrófono, hoy eso no existe, existe el Ministerio de las TICs, tecnología y nada de responsabilidad ante el televidente y el oyente.

En el periodismo está sucediendo lo mismo, las grandes letras se van desvaneciendo y todo se vuelve una recocha en donde no se respeta y donde se hace lo que diga el mejor postor.

Feliz Día y un abrazo fuerte a los verdaderos periodistas de Colombia, que sé que todavía existen.

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