Un papa incomodo 

Compartir:

primer discurso de un papa ante el Congreso de Estados Unidos no podía llevar mensajes tibios ni demasiado abstractos. Jorge Mario Bergoglio, el papa Francisco, en medio de reiteradas ovaciones, expresó su oposición a uno de los temas más graves en materia de derechos humanos en el país norteamericano: la pena de muerte.
Este no fue el único tema. También se refirió a otros que el Congreso ha bloqueado, referentes al cambio climático, la redistribución de la riqueza, la regulación de la inmigración, la política exterior multilateral y el armamentismo. El llamamiento a la abolición de la pena de muerte, sin embargo, es el más incómodo frente a las dos cámaras de un Congreso donde la mayoría de legisladores están a favor de la pena capital.
“Estoy convencido de que este es el mejor camino, porque cada vida es sagrada, cada persona humana está dotada de una dignidad inalienable y la sociedad sólo puede beneficiarse en la rehabilitación de aquellos que han cometido algún delito”, dijo Francisco. Añadió que “una pena justa y necesaria nunca debe excluir la dimensión de la esperanza y el objetivo de la rehabilitación”.
Desde su discurso espiritual, el mensaje no deja de ser político y estrechamente ligado a los derechos humanos. La pena de muerte es rechazada por la mayoría de democracias en el mundo. Unos estados han optado por abolirla, otros por imponer una moratoria en su aplicación. Surinam, por ejemplo, está entre los que optaron por la abolición recientemente, el pasado 3 de marzo. En este contexto, el abanderado de los derechos humanos, Estados Unidos, aparece como el único país en el hemisferio occidental donde se implementan ejecuciones de esta pena, aunque viene caminando muy lentamente hacia la abolición. Al menos 19 estados y el Distrito de Columbia ya decidieron abolirla y otros han impuesto moratorias en su aplicación.
En EE.UU. hay 31 estados donde aún se aplica la pena de muerte, aunque diez han renunciado a condenar a los convictos con ese castigo. Es muy poco lo que el gobierno federal puede hacer para impulsar una moratoria a nivel nacional, porque implementar esta pena depende sobre todo de la autonomía de cada estado. Cuatro estados son responsables de la mayoría de ejecuciones: Texas, Florida, Oklahoma y Misuri. Desde 1976, cuando la pena fue restablecida por el Tribunal Supremo de Justicia, han sido ejecutadas alrededor de 1.385 personas y actualmente hay 3.070 condenadas.
La aplicación de la pena de muerte puede considerarse una forma de tortura, aunque hay que estudiar caso por caso. Uno de los más recientes y emblemáticos es el de Clayton Lockett, ejecutado el 29 de abril de 2014 en Oklahoma. Su ejecución requería tres inyecciones: una para sedarlo y matar el dolor y otras dos para parar la respiración y el corazón. Pero después de que fallara la primera, los doctores prosiguieron con la segunda y el proceso fue completamente irregular. Lockett luchó contra el dolor, habló cuando debía estar inconsciente y dijo que algo andaba mal. Murió después de 40 minutos de agonía, por un ataque cardíaco masivo.
Después de la ejecución de Clayton Lockett, el presidente de EE.UU., Barack Obama, definió el caso como “inhumano” y “preocupante” y ordenó al secretario de Justicia, Eric Holder, revisar los métod os que se  están aplicando.
La petición de Obama a la justicia estaba motivada no sólo por lo ocurrido a Lockett, sino por el preocupante hecho de que los errores en las ejecuciones se han vuelto cada vez más comunes. Recientemente, esto se ha agravado por la utilización de ciertos fármacos. Sobre este punto ha llamado la atención la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) —que en los últimos dos años ha emitido al menos cinco medidas cautelares para evitar que los condenados sean ejecutados—, al indicar que en varios estados de EE.UU. el tipo de fármacos utilizados, así como su fuente, no están en el dominio público.
Dado que la escasez de los fármacos tradicionalmente utilizados ha dificultado la obtención de las drogas utilizadas en las inyecciones letales (se han empleado tres inyecciones letales diferentes durante las últimas décadas, pero las empresas farmacéuticas han dejado de vender esas drogas en los últimos años), algunos estados recurren a fuentes desconocidas, en particular a farmacias de compuestos. En algunos estados también es secreto el protocolo de ejecución por inyección letal. 

El Espectador

Compartir: