Panamá 2015, el encuentro de dos grandes líderes mundiales

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El Ojo del Halkón

Por Rubén Darío Mejía Sánchez

BOGOTA, 11 de Abril_ RAM_ En la séptima Cumbre de las Américas que acaba de terminar en Panamá se puede traer a colación algo que se dice de los grandes equipos de fútbol y ya les explicaré el porqué.

En el campo del deporte de las multitudes se ha dicho en más de una oportunidad que en la Selección de Brasil eran Pelé y los otros once jugadores, y ahora en la era moderna se habla de Cristiano Ronaldo, James Rodríguez y los otros para hablar del Real Madrid y pasa lo mismo con el Barcelona, el Barcelona es Messi y los otros, la anterior antesala para decir que la séptima Cumbre de las Américas tuvo dos protagonistas principales, el presidente de los Estados Unidos Barack Obama y el presidente del gobierno Cubano, Raul Castro.

Además de ser histórico este evento por el encuentro de dos gobiernos rivales, creo que es más histórico si nos vamos al contexto de la noticia y es porque tanto el mandatario norteamericano como el isleño mostraron su categoría y su capacidad de liderazgo que le falta a más de un gobernante en América Latina.

Después de haber escuchado a tantos dirigentes políticos del mundo, puedo decir que no es fácil que me quede pegado escuchando un discurso hasta el final por más expectativa que haya respecto a los anuncios que haga el personaje de turno.

Ya había tenido la oportunidad de escuchar a Fidel Castro y fue en persona, y hoy a Raúl quien de una manera franca, sin complejos de nada, demostrando que es un hombre educado y de excelentes capacidades, puedo decir que ha sido una de las mejores piezas políticas de las que he escuchado a lo largo de mi carrera periodística.

Mostró liderazgo, personalidad y responsabilidad, exigió lo que se le debía y aunque sonara chistoso lo que dijo, que se le debía varios minutos en esta clase de cumbres para decir lo que sentía, fue serio en decir todo lo que tenía guardado y que proyecta para el futuro en los 48 minutos que le correspondían sin pasarse un minuto más y sin dejar perder un minuto menos, mientras que algunos de sus colegas no pasaron de ser representantes de las más vulgares plañideras e irrespetuosos con el tiempo de los demás, con los deseos de solo atacar, de quejarse, pero lo peor, de no presentar soluciones.

Castro demostró la calidad que tiene como hombre político y como persona, reconoció los errores que ex mandatarios de Estados Unidos han cometido contra su pueblo, pero reconoció la calidad de dos grandes hombres, John F. Kennedy y ahora Barack Obama, el primero que intentó los acercamientos con el gobierno de Fidel Castro y Obama que ahora está empeñado en que se le dé a la isla y a sus habitantes el lugar que les corresponde y en donde más demostró su altura sin lugar a dudas fue al demostrar su capacidad conciliadora y respetuosa para con todos los representantes de América Latina.

Obama también había reconocido las fallas que se han presentado, pero lo que más llamó la atención fue su discurso franco y amplio sin ofrecer como politiquero barato, sino reconociendo sus limitaciones, pues demostró como respeta el poder legislativo de su país al que hizo un llamado para que se levante la sanción económica a Cuba y que los acercamientos que se llevan a cabo sean una gran realidad, como ejemplo de una gran potencia con deseos de la unidad de todo un continente.

Los dos grandes triunfadores de esta justa americana fueron Obama y Castro y otro que se llevó las palmas y el respaldo total es el terco y optimista Juan Manuel Santos, presidente de Colombia, que como buen tahúr se está jugando la última carta para acabar con una de las guerras más estúpidas que hay entre hermanos como es la que se libra en Colombia por más de sesenta años.

La invitación a que se le respalde en esta tarea tuvo respuesta inmediata, pero fue franco al expresar que todos los sectores involucrados en el conflicto debían de poner de su parte para que las cosas dieran excelentes resultados y con su propuesta de una unificación hemisférica de la educación, simplemente la sacó del estadio y lo que más llamó la atención fue su discurso corto, concreto y respetuoso, digno de un gran jefe de Estado.

También ganador fue el presidente Varela de Panamá, fue un gran anfitrión y su pueblo demostró la educación y la grandeza con el deseo de salir adelante y solucionar los problemas que se presentaron por la corrupción en el gobierno anterior y se puede decir que la calificación tanto para el mandatario como para el pueblo panameño por la organización y realización de este evento fue de lo mejor.

Los grandes perdedores fueron los mandatarios que le hacen venias al excelentísimo presidente de la República Bolivariana de Venezuela, quienes siguen negando que Nicolás Maduro viola los derechos humanos, coarta las libertades de los medios de comunicación y tiene engañado a gran parte del pueblo venezolano con sus anuncios de magia barata y la edificación de castillos en el aire, los que pueden caer de un momento al otro.

Los periodistas debiéramos tener más orgullo por nuestra profesión y no nombrar individuos como el presidente Correa, quien calificó a la prensa del continente americano como la peor del mundo, pero no falta quienes le siguen rindiendo pleitesía. Evo Morales y Cristina Fernández solo demostraron ser unos payasos en el circo cuando hablaron como dicen los mismos argentinos “babosadas” y que tal Nicolás Maduro cuando monta el show para ir del hotel al centro de convenciones mandando un doble, considerándose la gran estrella del evento.

Hay que respetar la democracia, eso lo aprendí desde niño, pero una cosa si estoy seguro y es que no es un irrespeto a la democracia decir a las cosas por su nombre y que bueno que la mayoría de cancilleres que asistieron a esta séptima Cumbre de las Américas no cayeron en la encerrona que llevaba a la firma de un documento final que a última hora no se firmó para que dejara como gran figura al presidente venezolano.

Ya se verán los resultados de esta gran cumbre, grande por el encuentro Obama-Castro, por el descubrimiento de dos grandes líderes y porque se mostró que si en América se tomara en serio la política, mediante la unidad, el diálogo, la instrucción educativa, el respeto por la naturaleza y el trabajo para erradicar las desigualdades humanas, se llegaría a hablar de una gran potencia no solo de Estados Unidos sino de toda América.

Quedó demostrado que los habitantes de América Latina son superiores a unos cuantos de sus gobernantes, mientras que otros demostraron ser gobernantes que buscan el progreso para todos sus gobernados.

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